2009-01-07

UN EJEMPLO DE VIDA


Esta es una crónica desde la memoria colectiva de la gente y del personaje central, Medardito, un individuo de clase baja pero que ha sabido ganarse el cariño y afecto de los vecinos por su forma de ser: colaborador, servicial y hasta chistoso.

Medardito, nombre propio del individuo, llegó a Carcelén, barrio de la Capital en el año de 200, como cuidador y barrendero de una de las familias que allí residen, con el pasar del tiempo se quedó sin trabajo, y en esos momentos contó con el apoyo de los vecinos que le regalaban un plato de comida para que pueda subsistir hasta que encuentre un nuevo trabajo. El tiempo pasó y Medardito no encontraba trabajo estable, pero con su colaboración, cuidaba los carros del vecindario, barría las veredas de las casas en las que le brindaban comida y hasta ayudaba a descargar las compras de los dueños de casa. Así fue ganándose el cariño de todos los que ahí viven, hasta que en una de las reuniones barriales, el presidente de aquel entonces, había promulgado la intención de contratar a Medardito como el barrendero oficial del barrio, y para aquello ningún vecino había presentado oposición, con lo cual ése sujeto, que colaboraba por un plato de comida, en ese día, ya tenía trabajo, una remuneración y hasta una caseta de guardia para protegerse del frío.

Todo esto es un relato y hoy un desarrollo de una de las “tradiciones” del barrio, ya que antes no existía la minga que es hoy, pero si había el baño a las mascotas con Medardito, en dónde los vecinos aprovechaban para pedir a las empleadas arreglen un poco el frente de la casa, hasta convertirse en una costumbre barrial, ya no sólo salían opcionalmente las empleadas, ahora es necesario que estas ayuden a mantener el frente de la casa bien presentado, mientras los dueños ven como bañan a sus mascotas y con lo que Medardito se ganaba un poco de dinero extra al sueldo que percibe.

Pie de foto: Fotógrafa Belen Espejo

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