2009-01-30

La droga es una solución a la pobreza???

Por salvaguardar la integridad física del personaje de esta historia, no será posible presentar una fotografía del implicado, sólo puedo decir que es un niño de mirada tranquila pero muy astuto a la vez.

Carlitos es el protagonista de esta historia, a quien lo llamaré así para proteger su identidad. Tiene 17 años y se dedica a vender droga en la Amazonas y Calama los jueves, viernes y sábados por la noche.

Esta actividad comenzó a sus 13 años cuando se hizo amigo de uno de los llamados brujos de la zona, quien lo encamino al consumo y venta de paquetes de droga de cinco dólares, que en su interior contienen mariguana.

Está cursando sexto curso, y con esa actividad puede solventar sus gastos escolares y del hogar. Tiene dos hermanos uno de 15 y otro de 12 años, estudian en el Colegio Mejía y él ayuda a sus hermanos en los gastos pequeños como son los pasajes y la colación que compran en el centro educativo.

Vive con sus padres, pero su hogar está conformado por un padre alcohólico y una madre prostituta, que ejerce su actividad aún sabiendo que sus hijos saben a qué se dedica. Vive en una casa modesta, nada de lujos, pero con el afán de seguir vendiendo su mercancía para poder seguir con los estudios, ya que cuando sus padres descubrieron los negocios de Carlitos le dieron la espalda y no le ayudan en los gastos de su educación.

Es un chico alegre, de buen humor y dispuesto a tener todos los amigos posibles, debido a que la ayuda recibe de ellos y no de sus padres, cuando se reúne con sus amigos ríe, juega y pasa momentos divertidos junto a ellos, no le gusta la soledad ya que ahí le invade la pena de no tener un hogar lleno de comprensión.

Viste de manera humilde sin nada de lujos ni con pretensiones que llamen la tensión, cuando sale a vender su producto, Carlitos viste con un pantalón flojo de color negro y con rayas rojas.

En los bolsillo grandes del pantalón esconde los pequeños paquetes. Son envolturas de papel de cuaderno que cuestan desde 10 dólares hasta 20 según la cantidad de sustancia que tienen.

En la zona es conocido como el cromo debido a su corta edad y la manera de ganarse la vida. Comenta que quisiera sólo estudiar, no trabajar y tener un hogar como los demás con unos padres tranquilos, sin ver pelas, ni tener que ver a su padre llegar alcoholizado y con malas palabras para referirse a su madre y hermanos.

Carlitos sabe que esto es una actividad ilegal y que si la policía llega a descubrir su actividad puede ser llevado a una correccional hasta que cumpla la mayoría de edad y la sentencia impuesta.

Por esta razón Carlitos no comenta a todos sus amigos a lo que se dedica, porque al hacerlo puede estar condicionando su libertad si alguien llega a decir lo que no debería.

Todos los días se moviliza en bus hasta su escuela junto a sus hermanos, quien dice que sus hermanos tampoco saben a qué se dedica, porque cuando sale a trabajar, Carlitos dice ir a jugar con sus amigos o hacer deberes del colegio.

Vive en el sector de la Jipijapa y dice que la incomprensión de su hogar le ha conducido por la vida y no precisamente a las mejores decisiones. Tiene una novia en el barrio llamada Juana, la que supuestamente si conoce en que trabaja.

Pronto acabará el colegio y quiere estudiar administración en la Universidad Central, esa carrera le apasiona porque puede convertirse en jefe de una gran empresa como es el sueño que él tiene.

Pero hay algo que le preocupa y es que su nivel de conocimientos académicos no es el mejor, y según le han dicho el ingreso no es nada fácil y le han comentado que las pruebas de ingreso son muy difíciles y eso le asusta.

No quiere dejar los estudios y peor aún hacerse a la idea de no estudiar la carrera que a él le gusta y en la cual ha centrado sus sueños y expectativas.

En el colegio tiene buenas notas según cuenta pero cree no estar apto todavía para presentarse como aspirante a alumno de la Universidad. Quiere aprovechar el poco tiempo que le queda en el colegio para aprender lo que más pueda y recordar algunas cosas que ya se ha olvidado.

Por esta razón está consciente de que su trabajo no es el más indicado para subsistir en la vida y que cada paso que da, debe hacerlo con suma precaución, está vigilado no sólo por los ojos de su familia, sino de personas que le aprecian y otras que también no piensan que puede ser un buen elemento para la sociedad.

Estos ojos pueden marcar su vida y lo que desea es poder acabar con su negocio, buscar un trabajo que no sea mal visto por la sociedad y con lo que su libertad no tenga ningún peligro.

Es uno de los mejores jugadores de fútbol de su barrio, es querido y respetado por sus amigos que poco a poco han sido parte activa de su vida en los buenos y malos momentos, unos con buenas actitudes y soluciones y otros con no tan buenas.

Guarda un sentimiento y es de sinceridad, busca con quien puede entablar una amistad con confianza y talvez que sea la solución de su problema.

La última morada II

La primera parte de esta publicación trata sobre la historia de vida de Manuel, un panteonero, su trabajo dice que es el más tranquilo, aunque para muchos de nosotros no lo sea, el se siente a gusto haciendo su labor diaria.
Trata de un relato de vida de una familia pobre, sin mayor recursos económicos pero con mucha paz y felicidad en sus almas.

Entre desesperación, llantos, gritos, y muchas escenas de dolor, Manuel comienza a tapar la tumba con largas planchas de concreto, dos para ser exacto, y con un tarro lleno de cemento preparado, hace su trabajo. El momento es verdaderamente conmovedor y triste, la desesperación y angustia de los familiares comienza hacer mella en todo el público presente que dirigen su mirada hacia el lugar donde la familia da sus últimos gritos de tristeza. En ese instante un escalofrío recorre mi cuerpo, siento un frío muy intenso y me comienza a temblar las manos y los piernas, siento que las lágrimas quieren salir, cuando de pronto Manuel vuelve a acercarse donde yo estaba y exclama “Así es mi trabajo, triste, desesperante y por eso cierro las tumbas de manera rápida para no oír el lloro de las familias”8.

Cuando derrepente en forma espontánea Manuel dice: “pero eso no es todo ahí no acaba mi trabajo, espero que la familia se vaya para poner un florero prestado y unas cuantas rosas de las que ellos mismos traen para que la tumba no se vea descuidada.”9

Tras pasar unas dos horas Manuel vuelve al lugar donde hace poco enterró a la persona que llego en un ataúd, de manera muy tranquila se acerca, acomoda el césped y arregla los ramos de flores que ahí quedaron, pero Manuel se levanta y se va en dirección hacia las oficinas del lugar, abre una pequeña puerta, entra al interior de ese cuarto y se demora pocos minutos en volver a salir. Una vez afuera de ese cuarto, lleva una poma de color transparente y un viejo florero de metal, se dirige de nuevo hacia la tumba y coge unas cuantas flores, de manera paciente y cuidadosa comienza a arrancar los espinos, a deshojar los tallos de las flores y cuando está terminado, coloca el florero en la parte superior de la tumba y se aleja a paso lento.

“Ese trabajo es verdaderamente duro, yo no creo que fuera capaz de hacerlo, pero así es Manuel cuida las tumbas de manera muy especial con las que sólo una persona que tiene vocación de panteonero lo hiciera.”10

Manuel sigue haciendo sus labores y alrededor de las cuatro de la tarde, se vuelve a dirigir hacia ese pequeño cuarto, de donde salió con el florero y la poma de agua, se saca una gorra vieja, de color azul eléctrico, manchada, surcida y se sienta en la parte exterior de ese cuarto; de pronto se estira y alcanza una funda grande, de color negro, saca su almuerzo y como una persona que se siente a gusto en un buen restaurante saca su comida y comienza a comer. Mientras lo hace Manuel mira el cielo de manera repetitiva, como quien busca una estrella, y en una especie de rezo cierra los ojos, junta sus manos y las pone en la parte frontal de su pecho. En esa posición se queda por varios minutos y luego de esto se levanta, guarda la tarrina en la que estaba su almuerzo, pone la funda al interior del cuarto y se coloca la gorra. Cierra el pequeño sitio de descanso, de abastecimiento y vuelve a dirigirse al interior del cementerio. En el regreso a su trabajo se acerca a otra tumba, con apariencia de abandonada, sin buen aspecto, con flores marchitas y secas, pero Manuel con el mismo interés que demuestra por las otras tumbas del lugar, comienza arreglarla, se reclina y retira las flores en mal estado, con esas flores en la mano se va hasta la administración en donde le entregan un paquete pequeño de nuevas rosas y con estas vuelve a esta tumba, llena el florero de agua y coloca las rosas que le entregaron en forma ordenada, sin apuro, y buscando el mejor lugar para que estas no se marchiten. Una vez que encuentra el lugar preciso, en una de las esquinas, se arrodilla, con sus manos sucias y con huellas de su trabajo comienza arreglar el césped, a recoger pequeñas basuras y hojas secas que están ahí.

De pronto regresa a ver hacia atrás y de manera familiar se levanta y se acerca a una persona que viste de jean y camiseta amarilla, con zapatos deportivos y se apresura en darle la mano. Esta persona de manera atenta le palmotea la espalda a Manuel, saca algo de su bolsillo y le pone en el bolsillo del viejo overol azul. Manuel tras enseñarle los arreglos que hacía se despide de este particular sujeto y se marcha a seguir viendo quién más necesita de un cuidado.

Así con paso lento va por una de las calles asfaltadas del cementerio, comienza a recoger los desperdicios que encuentra: fundas de caramelos, palos de helados, de chupetes, envolturas de chocolate que va guardando en su bolsillo, para que el lugar siga con ese aspecto de asepsia, de limpieza, de paz y de respeto por las personas que ahí descansan, su última morada.

Son la cinco de la tarde, hora en la que la secretaria se despide de Manuel y se marcha hacia su casa. Manuel va a tomar un descanso en ese lugar, donde el comió y descanso por varios minutos después de la sobre mesa.

En esos momentos me vuelvo a acercar donde él, para conversar y que me cuente más de su experiencia en este día de trabajo. De manera tranquila, como cuando me acerque la primera vez, vuelvo a retomar el diálogo. Así me cuenta que este día no es tan agobiante como yo había pensado, “hay veces que entierro hasta cuatro personas y hoy sólo fue una”11.

Pero por este trabajo Manuel ha ganado doce dólares. Dice que en cada entierro los familiares le regalan cinco, diez o hasta veinte dólares por su ayuda prestada, en este día la familia del difunto de había dado diez, y dos dólares más le había dado el familiar de la tumba a las que él puso nuevas flores y le arreglo.

A pesar de lo triste de su trabajo, Manuel no pierde su sentido del humor y de la alegría que entre risas trata de terminar el día de labores. Alrededor de las seis Manuel se levanta, ingresa al cuarto y se cambia de ropa, se alista para salir en dirección a su casa e ir a disfrutar del cariño de su familia. Pero en forma sabia, no por su educación sino por sus años, Manuel exclama; El cementerio no es miedoso ni peligroso, es un lugar de paz que ojalá todos pudiéramos respetar.

8 Manuel Córdova panteonero del campo santo
9 Manuel Córdova panteonero del campo santo
10Carmen Velásquez, secretaria del lugar.
11 Manuel Córdova panteonero del campo santo

2009-01-21

LA ÚLTIMA MORADA


El cementerio es lugar de descanso de los muertitos, de cuerpos de distintas edades, distintas clases sociales, distinta cultura y distinto sexos y sitio de trabajo para algunas personas sencillas y pobres. Se percibe un ambiente de tranquilidad, sin ruido, sin basura, con demasiados cuidados pero con una fuerte carga de sentimentalismo, es donde la gente va a visitar a sus seres queridos llevándoles flores, recuerdos, escritos, lágrimas, penas y tristezas.

En el cementerio los recuerdos afloran el pensamiento de las personas que ahí pasan minutos, horas o incluso días, pero también es el lugar de trabajo de algunas personas como por ejemplo: un administrador, dos secretarias, un asistente, un encargado del registro civil y tres panteoneros.

Parque de los Recuerdos es uno de los cementerios más conocidos de Quito, está al norte de la ciudad en medio de un sector industrial, de concesionarios automotrices y de almacenes de comercio; está en la avenida 10 de Agosto y de los laureles, dónde el tráfico es muy fuerte, con abundancia de buses, camiones y automóviles pequeños, que por su transitar generan demasiado ruido, contaminación abundante y abusos por parte de los conductores que entre insultos, gritos y desmanes interrumpen el silencio del lugar.

Así pasan los días, los años y Parque de los Recuerdos mantiene abierta las puertas de acceso a sus instalaciones, esperando a nuevos muertos, a visitantes o a sus trabajadores. Su estructura colonial se refleja en la infraestructura del lugar, su cerramiento hecho de ladrillo y con pequeños arcos adornados con figuras de hierro, sirven para dividir este espacio de paz con la vía pública. En el interior descansan alrededor de unas 100.000 personas entre tumbas familiares, individuales o de parejas. “Tienen sus secciones divididas por pequeñas calles de asfalto para que los visitantes puedan movilizarse sin tener que violentar las zonas verdes del campo santo.”1

Según César Cantos, administrador del lugar, las necesidades del cementerio son muchas. Aquí el presupuesto gubernamental no existe y todos los arreglos y remodelaciones se debe hacer con gestión interna; cobros de tasas extras, mensualidades por cuidado de los jardines, elaboraciones de floreros y hasta cuotas por uso de parqueaderos.

Los distintos asuntos laborales copan el tiempo de los trabajadores del lugar quienes dicen estar acostumbrados a desempeñar sus labores en el cementerio. “Este trabajo es muy tranquilo, la verdad cuando recién vine a trabajar tenía mucho miedo, pero hoy ya estoy acostumbrada y aunque el ambiente es bastante penoso por las reacciones de las personas que hasta aquí vienen, esto yo no lo dejaría por otro trabajo.”2

Las secretarias del lugar con uniforme café oscuro laboran desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde en turnos rotativos. Detrás de una pequeña construcción de color blanco, con paredes manchadas y en mal estado por el pasar del tiempo. Ahí tienen sus escritorios de madera vieja, despintada, con el tablero en mal estado, rayada y con huellas del uso continuo. Las sillas de hierro son de color negro, con el tapiz viejo y maltratado pero aún así, trabajan queriendo brindar un buen servicio, atender los requerimientos de los usuarios, y hasta tienen tiempo para una que otra carcajada. Por otro lado, el administrador, con traje y corbata de color negro trabaja de diez a cuatro en una cómoda oficina, con paredes bien pintadas, cuadros, un fax, un teléfono individual negro, un escritorio nuevo de color gris y una silla ergonómica con el criterio de jefe; pero no del gritón, del explotador, del gruñón, sino como uno más que está presto para ayudar, pero que a la hora de tomar decisiones no duda ni le tiembla la mano para sancionar o felicitar según sea el caso.

En el interior del lugar hay distintos personajes, pero quizás el más recordado por los quiteños es el famoso Don Evaristo, una figura no sólo de las personas que habitan en la Capital, sino una imagen representativa de esta. “Su tumba es una de las más visitadas, talvez porque es el chulla capitalino o porque todos los adultos crecimos con su imagen. Hay personas que cuando se enteran que está enterrado aquí aunque sea por curiosidad van a visitar su tumbita.”3

Sus restos descansan en el patio número dos del Cementerio, está cerca del acceso principal. Cuenta con tres floreros hechos de hierro fundido y revestidos de cerámica, en ellos hay flores de distinto color: rojas, amarillas y blancas, son las que en mayor cantidad están presentes. “Según el color del florero acomodamos las rosas para que se vean más bonitas”4. Unas son grandes, bien florecidas, con largos tallos, otras son más cortas con menos pétalos y más pequeñas.

El césped bien cuidado, cortado y de un intenso color verde da realce a una vieja lápida de color blanco, con letras de color café. Mide unos ochenta centímetros por un metro aproximadamente y en ella una leyenda marcada “El chulla quiteño, guapo conquistador de hermosas muchachas”5.


La tumba de Don Evaristo tiene una particularidad muy llamativa, tras una gran bienvenida llena de flores, floreros limpios y llenos de agua, con la lápida limpia y en buen estado, tiene dibujado por uno de los panteoneros la bandera de Quito, mide unos diez centímetros aproximadamente y debajo una leyenda ¡Viva Quito! por esta razón es considerado el personaje más famoso del campo santo.


A las 10:13 un hombre de pequeña estatura, piel trigueña y pelo corto se acerca a la tumba del Chulla Quiteño con un overol azul, botas negras, una espátula en su bolsillo posterior y una franela colgada al lado izquierdo de su cintura, revisa que todo esté listo, pero bajo un ardiente sol, se reclina frente a la tumba y saca su franela, dobla por la mitad y limpia para quitarle el poco polvo que pudiera haber estado. Luego de quedarse por varios minutos viendo el descanso de Don Evaristo se levanta, sacude su franela y se limpia el sudor de la frente. A paso lento, como que fuera reflexionando se marcha a ver que otras tumbas cercanas a la del Chulla, estén bien atendidas.


“Este es mi trabajo, yo no tengo miedo a los muertos, ellos no hacen nada son muy tranquilos y hasta me visitan como amigos, acompañándome a lo largo de mi trabajo.”6.


Manuel Córdova es el panteonero principal del lugar, tiene 48 años, es casado y con tres hijos. Trabaja más de 25 años enterrando a los muertos que llegan hasta este lugar. Su horario de trabajo es desde las seis de la mañana hasta las ocho o nueve de la noche. Su piel quemada y con manchas por el sol radiante de la capital que le acompaña día a día en su trabajo ven a cientos de personas que visitan el campo santo. Sus manos carrasposas, con uñas sucias y llenas de tierra y algunas cicatrices, son las que cuidan que las flores tengan agua y estén en buen estado. Manuel gracias a su trabajo lleva el pan al calor de su hogar, los fallecidos son el subsidio que le permite sobrevivir y mantener a su familia. “Yo hago de todo incluso me ha tocado vestir a las personas que se han muerto, porque sus familiares no han querido hacerlo.”7


Vive cerca del cementerio y tiene historias que jamás olvidará y que acompañan sus recuerdos, algunos desde su niñez. Manuel es una persona que asegura no tener miedo a la muerte, porque día a día ve estos casos y asegura que su trabajo es uno de los más tranquilos ya que los muertitos no hacen nada. Cuando son las 13:12 se pone en apuros, una de las secretaria de manera apresurada llama a Manuel, él a paso muy rápido, casi trotando, se va en dirección a las oficinas de administración, cuando a lo lejos se puede observar una carrosa y mucha gente a su alrededor. Es un fallecido que acaba de llegar al cementerio, Manuel de manera apresurada ayuda a los familiares a dirigir los últimos instantes el cuerpo de esa persona, que hasta unas horas atrás estaba con vida y sobre la faz de la tierra. Una vez que llegan al lugar indicado, en el cuál el cuerpo va a ser enterrado, Manuel baja al interior del nicho y comienza a dirigir el ataúd hasta el fondo de la misma.


1 Ingeniero César Cantos, administrador del cementerio.
2 Carmen Velásquez, secretaria del lugar. Tiene 43 años, casada y con tres hijos.
3 Mariana Sarmiento auxiliar de administración

4 Juan Paredes jardinero del cementerio

5 Leyenda ubicada en la parte inferior de la lápida de Don Evaristo

6 Manuel Córdova panteonero del campo santo

7 Manuel Córdova panteonero del campo santo


Pie de foto: Banco de imagenes



2009-01-12

Pobreza extrema

Este caso es como muchos más en todos los países existen personas que viven en condiciones infra humanas y a nadie le importa.

Es justo que esto pase???

La verdad es que a ojos de todos la pobreza existe y muy cercana a nosotros, que no lo veamos es diferente

Entrevista con Julio Tandazo

Es el representante de uno de los sectores comunales del barrio Atucucho en la ciudad de Quito, voy a tratar temas de interés social para el barrio.

¿Qué tiempo vive usted en este barrio?

Ya vivo aquí 24 años, conocí a la que hoy es mi mujer y mis hijos se han criado en este lugar desde que nacieron.

¿Cuál es el avance más significativo en los últimos años que ha visto su barrio?

Aquí las cosas no han cambiado mucho, lo principal es el adoquinamiento de las calles, antes era de tierra y todo el día había bastante polvo, los niños se enfermaban continuamente y nuestras casas pasaban inundados de tierra.

¿El Gobierno ha cumplido con las ofertas de campaña?

La verdad es que el gobierno no ha cumplido con todas las promesas de campaña, pero lo rescatable es que ha colaborado en la construcción de un retén policial y ha cumplido con bastantes obras que ofreció, en este último año ha comenzado la construcción del alcantarillado, nos ha dado los bonos de vivienda y nos ayudó a obtener los papeles de nuestras casas, antes no teníamos nada, hoy ya tenemos los títulos de propiedad de las viviendas.

¿Cómo ve el servicio que brinda la policía en el sector?

Aquí la delincuencia es bastante fuerte, no hay hora, todo pasa en el día, en la tarde o en la noche, la hora no importa y el servicio policial es deficiente, cuando los policías están allí, no hacen patrullaje y hasta miedo les tienen a los ladrones que cuentan con mejores armas que ellos mismos, creo que esa es una de las razones para que aquí roben, asesinen o asalten a cualquier momento.

¿Qué han hecho los vecinos para colaborar con la policía del barrio?

Aquí somos unidos cuando vemos a un delincuente tratamos de salir todos para agárralo porque ya estamos cansados de tanta delincuencia. Lamentablemente nosotros no podemos brindar equipo a la policía pero siempre les damos un plato de comida o lo que necesiten para poder estar aquí, ya que si con ellos las cosas son bastante difíciles, sin ellos esto sería invivible.

¿El servicio de transportación pública es bueno o malo en el sector?

Ese es otro problema para los vecinos del lugar, aquí los señores choferes por ganarse pasajeros creen que es una autopista, pasan a toda velocidad y hasta han matado por varias ocasiones. No es nada bueno este servicio y por la delincuencia peor, los buses solo trabajan hasta las seis de la tarde porque a ellos mismos los ladrones les roban la plata del día y una ocasión a un chofer conocido como “el pirata” lo mataron por no entregarles la plata. Por eso los buses no quieren trabajar pasado esa hora, prefieren cerrar las puertas y se van a las casas o a guardar los carros para evitar ser víctima de los delincuentes.


¿Cuentan con los servicios de agua potable?


Hasta hace unos tres años atrás no existía agua potable, debíamos comprar a los tanqueros que trabajaban aquí y eso era otro abuso ya que no respetaban el precio y cobraban lo que ellos querían pero hoy en día ya tenemos agua potable y las cosas han cambiado, es más fácil pagar una planilla de agua que andar rogando a los tanqueros que vengan a dejarnos el líquido vital.


¿Cree usted que la rebaja del costo del kilowatio hora en el servicio de luz eléctrica les ha beneficiado a los moradores?


No es satisfactorio el servicio de alumbrado público, hay sectores en los que no existe ni un solo foco y ahí es donde los ladrones aprovechan para hacer de las suyas, ahora en relación a de las familias que aquí vivimos es bueno porque todos somos gente pobre y con esa rebaja en las planillas se nos hace más fácil pagar la luz, antes salía mucho, hoy ya es más barato, eso es otra obra bueno del presidente Rafael Correa.


¿Cómo se conforma la directiva barrial?


Aquí lo principal es ser bien parados y con ganas de colaborar entre vecinos, las elecciones de la directiva son una vez al año y para eso se eligen a personas que quieran colaborar ya que por miedo a los ladrones, a la mayoría no le gusta hacerse cargo de las funciones, por lo general aquí un representante barrial dura bastante tiempo hasta que se vaya o hasta que los delincuentes les hagan algo.


¿El servicio de recolección de basura es bueno o malo?


Eso si es lo peor, hasta a ellos los ladrones les roban el dinero que tienen por eso cuando el recolector viene se llena de toda la basura del lugar, aquí viene una vez cada 15 días o a las tres semanas cuando estamos llenitos de basura y por las mismas se llena y se va. Ese es un martirio de todas las semanas.


¿Han pensado organizarse de mejor manera para evitar la delincuencia en el lugar?

La verdad sí, estamos todos los moradores dispuestos a enfrentar a los ladrones y darles su escarmiento, ya estamos cansados de que nunca les hagan nada y ellos nos roban y hasta matan sin piedad, por eso hacemos patrullaje las noches entre un grupo de seis vecinos por cuadra, dura alrededor de dos horas cada turno y estamos decididos al momento que cojamos a un ladrón, le vamos a quemar vivo para que aprenda.